Plaza de Verín, abril 2017. Laura Montero
Muchas de estas plazas están dotadas con pistas deportivas, donde los jóvenes se
juntan para jugar al baloncesto o al fútbol. En ellas, el bordillo de la acerca
se convierte en el asiento improvisado de los espectadores.
Pero lo que algunos no saben es que en la plaza de Corcubión se encuentra un hórreo gallego. Ahí lleva desde el año
1973, cuando fue trasladado piedra a piedra desde el Campo do Rollo de
Corcubión (La Coruña). Entre una marabunta de coches, esta pequeña construcción
rectangular consigue acaparar todo el
protagonismo.
Los hórreos se utilizan para guardar granos y otros
productos agrícolas. Se mantienen elevados sobre el suelo. Así, el interior
queda protegido de la humedad y de animales roedores.
Hórreo de la plaza Corcubión, abril 2017. Foto: Laura Montero
Los hórreos son un auténtico
icono en la zona noroeste de la península ibérica. Tanto es así que el
escritor Gaspar Melchor de Jovellanos (Gijón, 1744), en su primer testamento,
expresó su deseo de ser enterrado bajo una de estas construcciones.
Galicia es la comunidad
donde se concentra la mayor cifra de hórreos,
con cerca de 30.000 hórreos. Le siguen Asturias con 10.000 y León con unos 400,
a los que se añade un número residual en Cantabria, Navarra y el País Vasco.
Por increíble que parezca, también es posible disfrutar de
esta emblemática construcción en pleno Barrio del Pilar. De hecho, es uno de los pocos monumentos que pueden
contemplar los vecinos del distrito.
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