martes, 28 de marzo de 2017

El génesis del barrio

 
Calle Celanova, marzo 2017. Foto: Laura Montero

Levantado en los años 50 y 60 por el promotor José Banús, el madrileño Barrio del Pilar fue un importante foco de inmigración nacional. Familias enteras dejaban de lado sus raíces para sembrar, en la capital, el germen de una nueva vida.

Las calles de Celanova, Puentedeume, Chantada o Betanzos fueron las primeras en construirse. Viviendas sin grandes calidades e ideadas para la clase obrera, se llenaron de historias y en ellas comenzó a florecer la identidad de aquel incipiente barrio.

Personas procedentes de otras regiones españolas, como Andalucía o Extremadura, fueron asentándose en el Barrio del Pilar, atraídos por el asequible precio de los pisos.

Es el caso de Francisco Muñoz, de 82 años, que abandonó su pueblo pacense y llegó al barrio con su mujer hace ya medio siglo. Sostiene que “no noté un gran cambio, aquí siempre me he sentido como en casa”.

Avenida Betanzos, marzo 2017. Foto: Laura Montero


La zona más antigua del Barrio del Pilar se caracteriza por un ambiente plácido. Perviven costumbres tan emblemáticas -y a la par olvidadas- como las charlas callejeras entre vecinos. Frente al modo de vida acelerado y deshumanizado que se impone en las grandes ciudades, esta parte del barrio todavía conserva intacta su atmósfera familiar y tranquila.